MEDARDO ANGEL SILVA
(Guayaquil, 1899-1919) Poeta ecuatoriano. De formación realmente autodidacta y origen humilde, ejerció como maestro de escuela; quizá su condición de mulato influyó en el pesimismo que llenó su vida, en una sociedad todavía lejana del sentimiento humano de la comprensión y la convivencia. No se ha podido concretar si lo impulsó al suicidio un desengaño amoroso o si murió a manos de un rival por celos.
Poeta ecuatoriano nacido en Guayaquil en 1899.
Recibió una cuidadosa educación en el colegio Vicente Rocafuerte de su ciudad natal.
Muy joven quedó huérfano de padre, situación que lo llevó a trabajar en diversos oficios para mantener su familia.
Fue uno de los precursores de la poesía modernista de su país.
En 1915 fue columnista del diario "El telégrafo", bajo los seudónimos Jean D'Agreve" y "Oscar René".
En ese mismo año fundó la revista Letras y Renacimiento donde recogió el pensamiento de poetas como Verlaine,
Baudelaire y Rubén Darío, cuya influencia fue notoria en su corta carrera literaria.
Su espíritu melancólico y depresivo lo llevó a quitarse la vida en 1919.
Gran parte de su obra permanece aún inédita debido a que su única publicación, "El árbol del bien y del mal" en 1918,
sólo contiene parte de su producción.
Recibió una cuidadosa educación en el colegio Vicente Rocafuerte de su ciudad natal.
Muy joven quedó huérfano de padre, situación que lo llevó a trabajar en diversos oficios para mantener su familia.
Fue uno de los precursores de la poesía modernista de su país.
En 1915 fue columnista del diario "El telégrafo", bajo los seudónimos Jean D'Agreve" y "Oscar René".
En ese mismo año fundó la revista Letras y Renacimiento donde recogió el pensamiento de poetas como Verlaine,
Baudelaire y Rubén Darío, cuya influencia fue notoria en su corta carrera literaria.
Su espíritu melancólico y depresivo lo llevó a quitarse la vida en 1919.
Gran parte de su obra permanece aún inédita debido a que su única publicación, "El árbol del bien y del mal" en 1918,
sólo contiene parte de su producción.
Medardo Ángel Silva
La obra de Silva se contiene en dos volúmenes: El Árbol del Bien y del Mal, que él mismo editara en 1917, y Poesías escogidas, una selección que Gonzalo Zaldumbide publicó en 1926, en París. Silva era el menor, y acaso el más importante poeta de la generación del novecientos que introdujo el modernismo en la literatura ecuatoriana. Medardo Ángel Silva, de origen humilde, padeció el "mal del tedio", y toda su obra, de gran pureza formal, es un canto de amor a la muerte.
Poeta del dolor, del "spleen", del amor imposible, del hastío de vivir, ha dejado algunas de las más bellas páginas de la literatura ecuatoriana. Estuvo, como sus compañeros de generación (Arturo Borja, Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño) bajo la influencia directa de los simbolistas franceses, especialmente de Verlaine y Baudelaire. Era un adolescente cuando escribió "Libro de Amor", "Las Voces Inefables", "Estancias", "Estampas Románticas". Es también autor de prosas poéticas y de una pequeña novela titulada María Jesús.
Un gran dominio estrófico y un muy hábil uso de la metáfora caracterizan sus composiciones de El árbol del bien y del mal, donde con tonos desesperados y melancólicos transmite vivencias ligadas a la expiación amorosa. Se trata de una poesía musical, heredera del último Darío, dotada de una obsesión por lo foráneo en el sentido de verse a sí misma como universal y cosmopolita, lo que da como resultado unos versos llenos de exotismo.
Al angelus
Atravesó la oscura galería. . .
al Angelus. . . llamaban al rosario. . .
La religiosa voz del campanario
vibraba en la quietud de la Abadía.
En sus manos de nácar oprimía
el viejo Kempiso el Devocionario. . .
La luz de un aceitoso lampadario
delató su presencia en la crujía. . .
Se vio palidecer su faz de nárdo. . .
hablaba de Eloísa y Abelardo
el llanto que la fuente diluía.
Y la Sor que en el mundo fue princesa,
inclinando la pálida cabeza,
atravesó la oscura galería.
Atravesó la oscura galería. . .
al Angelus. . . llamaban al rosario. . .
La religiosa voz del campanario
vibraba en la quietud de la Abadía.
En sus manos de nácar oprimía
el viejo Kempiso el Devocionario. . .
La luz de un aceitoso lampadario
delató su presencia en la crujía. . .
Se vio palidecer su faz de nárdo. . .
hablaba de Eloísa y Abelardo
el llanto que la fuente diluía.
Y la Sor que en el mundo fue princesa,
inclinando la pálida cabeza,
atravesó la oscura galería.
La respuesta
Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
tu enigmático rostro parecía.
La hostia solar, en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,
el divino Chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.
Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra,
te hablé de tu desdén y mi agonía,
con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.
El precepto
Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.
En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.
Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,
por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.
Se va con algo mío
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora!
Como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora
Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
tu enigmático rostro parecía.
La hostia solar, en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,
el divino Chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.
Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra,
te hablé de tu desdén y mi agonía,
con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.
El precepto
Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.
En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.
Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,
por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.
Se va con algo mío
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora!
Como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora
A FLOR DE LABIOS
Mi musa: toda ingenua, por ser joven,
se yergue melodiosa sobre un plinto.
Gusta de los jazmines que la arroben
y de los novilunios de jacintos.
Tiene los cisnes del Ensueño, bienes
azules de los cielos y las nubes;
un jardín otoñal para Jiménez,
y para Nervo un coro de querubes.
Y ama el éxtasis: palabras y martirios,
las letanías, el celeste coro;
tiene para María blancos lirios,
y para Pedro, las trompetas de oro!
se yergue melodiosa sobre un plinto.
Gusta de los jazmines que la arroben
y de los novilunios de jacintos.
Tiene los cisnes del Ensueño, bienes
azules de los cielos y las nubes;
un jardín otoñal para Jiménez,
y para Nervo un coro de querubes.
Y ama el éxtasis: palabras y martirios,
las letanías, el celeste coro;
tiene para María blancos lirios,
y para Pedro, las trompetas de oro!
CANCIÓN DE LOS QUINCE AÑOS
Son los quince abriles como quince rosas
con rocíos claros de maga alegría.
Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!
Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
y compendían ese fragmento universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...
Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...
con rocíos claros de maga alegría.
Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!
Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
y compendían ese fragmento universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...
Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...
Medardo Ángel Silva
Poeta ecuatoriano que perteneció a la generación decapita del modernismo por el año 1920 conformada por Arturo Borja, Ernesto Noboa y Caamaño, Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva. De este último he seleccionado tres poemas para compartir con ustedes en vista que de Medardo Ángel fue es uno de los poetas más eminentes que tiene Ecuador, y digo es y no fue porque la poesía funciona como un lenguaje internacional que vuelve inmortales a sus autores. Medardo Ángel Silva aún existe a través de sus trabajos, por tanto, es uno de los poetas más importantes en la historia de nuestro país que lamentablemente no siempre ha sido valorado como se merece.
El autor obsequio a su pueblo una exclusiva poesía modernista inspirada en su existencia y en su forma especial para ver la vida, pues él la valora a través de la muerte, este fue el tema central de sus poemas. La insatisfacción y amargura así como la presencia de la tristeza y agonía reflejan en su poesía un clamor hacia la muerte, su origen humilde lo llevo a comprender mejor las necesidades del pueblo, con quien siempre se identifico. Nació el 10 de junio de 1919 en sus gloriosos años de juventud, aún no esta claro si fue un suicidio o una muerte accidental lo que se sabe es que junto a él murió también su novia Rosa Amanda Villegas
SE VA CON ALGO MIO
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
Mi dolor de vivir es un dolor de amar;
Y al son de la garúa, en la antigua calleja,
Me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quien me diera
Tener una perenne inconsciencia infantil;
Ser del reino del día y de la primavera,
Del ruiseñor que canta y del árbol de abril.
Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
Trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora!
Como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
Como el astro que alumbra las noches y lo ignora.
EL ALMA EN LOS LABIOS
Cuando de nuestro amor la llama apasionada
Dentro de tú pecho amante contemplas extinguida,
Ya que solo por ti la vida me es amada,
El día en que faltes me arrancaré la vida.
Porque mí pensamiento, lleno de este cariño
Que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
Que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento
Y quisiera ser todo lo que tu mano toca:
Ser tú sonrisa, ser hasta el mismo aliento,
Para poder estar más cerca de tú boca.
Vivo de tu palabra y eternamente espero
Llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
Y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda
Decirte la inefable pasión que me devora;
Para expresar mi amor solamente me queda,
Rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda
Dejar mi palpitante corazón que te adora!
ESTANCIAS
Rosas blancas deshojan los blancos surtidores;
Al caer, el ocaso los pétalos irisa
Y la fuente del Término coronado de flores
Modula un canto igual a una nerviosa risa…
Yo, como un habitante pálido de otra vida
-Lázaro espiritual- marcho con lento paso…
Y las fuentes parecen de la tarde dormida
Mujeres cuyas voces son de seda y de raso.
Mí espíritu es un cofre del que tienes las llaves
¡Oh, incógnita Adorada, mi pasión y mi musa!
Ya inútilmente espero tus dulces ojos graves
Y siento que me asecha en las sombras la intrusa.
Por mi alma – jilguero que canta indiferente,
A la angustia del tiempo y al dolor de la vida,
Te esperará, lo mismo que una virgen prudente,
Con la devota lámpara de su amor encendida.